Declarantes deficientes - Nadia Birnbaun - Actividad 26

Nadia Birnbaun
Comisión 07 - Santiago Castellano.
Consigna: "Les puede servir para inspirarse, el cuento de Ryunosuke Akutagawa, "En el bosque", léanlo y comenten cuál es para uds. la historia, y a qué narrador/es les creen más y por qué.".
Modalidad individual.
Primera Escritura. 

Declarantes deficientes

 Al momento de analizar los distintos personajes y testimonios en esta historia, puedo decir que identifiqué tres tipos de narradores. Les he adjudicado cierto grado de verosimilitud a cada uno, teniendo en cuenta sus características personales. Me atrevo a decir que, sin otro tipo de evidencia, tal como un informe forense, elementos presentes en la escena, huellas dactilares o testigos potenciales (y en conjunto con mi admiración por los programas sobre detectives), no considero que ninguno de ellos posea la verdad. Más bien, podría decirse que, partiendo de la reconstrucción de datos y un procedimiento a favor del protocolo, quizás pueda formularse una historia verídica.  
 La primera de las agrupaciones se compone de la anciana y el leñador. Considero que ambos son concretos en sus exposiciones. Hablan de datos que pueden ser comprobados empíricamente: la apariencia física del asesinado, sus registros laborales, las relaciones que establecía, su vestimenta, la forma en que yacía, cómo estaba organizada la escenografía del crimen y demás. No abren duda a la suposición de acontecimientos ni formulan hipótesis de lo que podría haber sucedido. Se limitan a lo específico, que cualquiera desde su posición estaría en condiciones de conocer. 
 Por otro lado, se encuentran el monje y el soplón. Sus discursos reflejan desentendimiento con la situación reciente y considero que tiene que ver con que sus intenciones no eran objetivas. En una mano, el monje. Sus vagos conocimientos en el asunto no le daban la posibilidad de ser concreto acerca de lo que pudo divisar y parece demostrar cierto remordimiento al no haber detenido lo que luego se convertiría en un asesinato. En la otra, el soplón desea que la historia se concrete. Hace un esfuerzo por retomar la información que el oficial da por concluida y refuerza las conclusiones que para él aportan sentido. Adopta los rumores y la opinión personal para convencer al oficial de que el asesino concuerda con la idealización de culpable que se está buscando. 
 En el último de los grupos convoco a Tajomaru, la mujer del templo y la bruja. El primero de mis argumentos tiene que ver con que los tres personajes hablan sobre sí mismos en situaciones que nadie más puede corroborar. No podemos descartar que Tajomaru es un delincuente, por lo tanto vive del engaño y su testimonio podría estar cargado de ese poder de convicción y malicia que posee; la mujer está claramente inducida por una ideología matrimonial que le permite justificar sus supuestas acciones, y por último la bruja es conocida por hacer uso de sustancias o artilugios de proveniencia desconocida. Todos ellos se expresan desde una posición de influencia e impotencia, tienen motivo y oportunidad, y sin embargo quedan a la deriva de las posibilidades. Son puntuales, característicos, traducen signos y emociones en pasos alineados uno detrás del otro para concluir en una historia que favorece a los destellos de los demás testigos. Lo más curioso de todo es que los tres se están entregando. 
 Lamentablemente, no tengo una versión a la que adhiera y no soy partidaria de los crímenes sin resolver. No hay testigos perfectos ni contundentes, todos de alguna forma aportan más o menos información a la incógnita. El modo en que se dirijan al oficial dará a entender si se adueñan más o menos de la seguridad de sus palabras, esconderá rasgos de la personalidad de cada uno de ellos y coincidirá, en mayor o menor medida, con la verdad. Si hay algo que sí puedo confirmar, es que era un crimen digno de ser contado. 

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